La justicia de Cristo
La salvación que la elección de la gracia incluye en ambas perspectivas de la necesidad de la expiación, es una salvación del pecado y para la santidad y la comunión con Dios. Pero si queremos pensar en la salvación así concebida en términos que sean compatibles con la santidad y la justicia de Dios, esta salvación debe abarcar no simplemente el perdón de los pecados, sino también la justificación. Y debe ser una justificación que tenga en cuenta nuestra situación de condenados y culpables. Esta clase de justificación implica la necesidad de una justicia que sea adecuada a nuestra situación. Ciertamente, la gracia predomina, pero una gracia que predomina sin justicia no sólo no es real, es inconcebible. Ahora bien, ¿qué justicia es equivalente a la justificación de los pecadores? La única justicia concebible que puede satisfacer los requisitos de nuestra situación como pecadores y que puede cumplir las exigencias de una justificación plena e irrevocable, es la justicia de Cristo. Esto implica su obediencia, y por ello su encarnación, muerte y resurrección. En resumidas palabras, la necesidad de la expiación es inherente en la justificación y esencial para ella. Una salvación del pecado separada de la justificación es algo imposible, y la justificación de los pecadores sin la justicia divina del Redentor es impensable. Es difícil escapar de lo pertinente de las palabras de Pablo: «Si se hubiera promulgado una ley capaz de dar vida, entonces sí que la justicia se basaría en la ley» (Gá. 3:21). Lo que Pablo insiste es que si la justificación hubiese podido ser lograda por cualquier otro método que el de la fe en Cristo, entonces se hubiera hecho por aquel método.
-Tomado del libro por John Murray titulado La redención: consumada y aplicada, p.17-18. Se puede comprar el libro completo aquí: http://www.farodegracia.org/product.aspx?id=1480